Cada 8 de marzo millones de mujeres en el mundo salimos a las calles a exigir por una vida libre de violencias, de sexismo, de discriminación, de salarios desiguales, de fundamentalismos religiosos, de estereotipos de género, de acoso sexual, de feminicidios, de leyes restrictivas, de abortos inseguros, de violencia obstétrica/ doméstica / económica / sexual / física / psicológica / mediática / patrimonial, entre cientos de situaciones más que exacerban la desigualdad sustantiva en los países de nuestra región.
Pese al panorama anterior, resaltamos el trabajo de cientos de organizaciones de mujeres y feministas que desde las múltiples luchas y apuestas colectivas hemos logrado avanzar en el reconocimiento jurídico, legislativo y político de los derechos de las mujeres; pero aún falta mucho por alcanzar, ya que infortunadamente las realidades de las mujeres latinoamericanas y caribeñas siguen estando llenas de desigualdades e injusticias expresadas en las crecientes cifras de feminicidios en la región; sumado a ello, la persecución de lideresas sociales, de defensoras de los derechos humanos, la constante e histórica feminización de la pobreza, que de manera indignante sigue teniendo rostro de campesina, indígena, afro, lesbiana, trans, pobre,
joven, y en la mayoría de los casos presentan una interseccionalidad que complejiza mucho más esta vulneración.
En tal sentido, esta dolorosa e indignante realidad de desigualdad e injusticia que padecen tantas mujeres en el mundo y de manera tan específica en nuestra región, es una invitación para que todas las mujeres latinoamericanas y del caribe, sigamos sumando fuerzas para hacerle frente a esta oleada machista, fundamentalista, conservadora, guerrerista y neoliberal, que sigue poniéndonos en condiciones de tanta vulnerabilidad y por lo tanto, no puede haber democracia real, ni garantía de los derechos humanos, mientras se nieguen y limiten nuestros derechos.
Este 8 de marzo y los demás 364 días del año hacemos viva la memoria de tantas mujeres que han perdido su vida por las negligencias de los gobiernos, por la violencia feminicida, por el aborto inseguro, y por tantas vulneraciones a sus derechos e invitamos a todas las mujeres católicas y de distintas religiones y espiritualidades a fortalecernos en medio de las adversidades, y a exigir unidas que se respeten nuestros cuerpos, nuestros derechos, nuestras vidas y nuestro Derecho a Decidir.